La modernidad está atravesada por Google. Cada vez que tenemos una duda, no recordamos algo o necesitamos algún dato preciso, sabemos contar con el buscador más famoso de internet, pero ¿cómo funciona? Como usuarios nos encontramos con una plataforma cuyo uso es muy simple, pero detrás de la barra del buscador hay una compleja ingeniería.
Según estadísticas, la mayoría de las veces los usuarios nos contentamos con los primeros tres resultados arrojados, entre los que se encuentran publicaciones pagas, y muy pocas personas pasan a la segunda página. Por eso, creo que es muy importante que comprendamos con más profundidad su funcionamiento, para saber en base a qué se consiguen esas respuestas, ya que en algunos casos pueden no ser las mejores e influir directamente en nuestras decisiones.
La Araña de Google
A grandes rasgos, las tareas que hace el buscador son 3: rastrear, almacenar y ordenar.
Google recolecta información de páginas web, contenido enviado por usuarios (Google My Business o Maps), libros escaneados y bases de datos públicas en Internet, entre otras fuentes. Pero aquí la protagonista es la llamada Araña de Google (GoogleBot) que, a través de los famosos algoritmos, rastrea constantemente alrededor de 2.000 MILLONES de páginas en busca de keywords y actualizaciones.
Aquí entran en juego las viejas y conocidas PALABRAS CLAVE, ya que es la forma que estos procesos automatizados tienen para establecer el orden y posición de estos contenidos y que coincidan con nuestra intención de búsqueda.
El poder del SEO: optimización web
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las páginas web que vemos en los primeros puestos del buscador están optimizadas. ¿Qué quiere decir esto?, significa, en pocas palabras, que para poder competir en este posicionamiento de Google, las webs deben cumplir una serie de requisitos y para esto existe el SEO (Search Engine Optimization u Optimización de Motores de Búsqueda).
Estos requisitos no son estáticos: las reglas del juego varían con el tiempo y no hay un manual de instrucciones. Hay quienes se dedican exclusivamente a descular qué es lo que Google quiere y son contratados por los dueños de las páginas web para aplicar sus conocimientos.
Para que una página web sea atractiva a los múltiples ojos de la Araña de Google, entran en juego diversas variables: las URL, la velocidad de la página, las descripciones, los títulos, los textos, las imágenes, las palabras clave, las tendencias en la red y los intereses de los usuarios, entre otras. Con estos parámetros y las analíticas de rendimiento de litio, Google establece una especie de “puntaje” que influye cuando posiciona los resultados de una búsqueda.
De este juego se desprende que los pequeños dueños de páginas web probablemente tengan menos posibilidades de acceder a un buen posicionamiento que aquellos que tienen mayor presupuesto y/o acceso a recursos e infraestructura.
Otro as bajo la manga que tiene Google es nuestra información: Los resultados varían según la locación, pero también de una persona a otra si lo hacen al mismo momento una al lado de la otra.
Últimamente tengo la sensación de que las primeras respuestas que me da Google suelen ser básicas, genéricas o directamente estar orientadas a la venta. Por eso intento no conformarme con los primeros resultados y además realizar búsquedas más detalladas.